En un mundo basado principalmente en el consumismo no sería extraño pensar que también se dan relaciones de usar y tirar. Sí, relaciones fugaces, efímeras, sin ningún tipo de compromiso y que en breve espacio temporal se escapan entre los dedos como el agua.
A este tipo de relaciones el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman las ha definido como "relaciones líquidas", refiriéndose a la ellas como "vínculos muy frágiles que establecemos con las personas que nos rodean".
Este tipo de relaciones se pueden encontrar en cualquier tipo de vínculo entre personas y como característica común observamos la fragilidad de la relación. Esta característica impide que las relaciones prosperen o se fortalezcan y más bien ocurre lo contrario: el vínculo se rompe al existir lazos tan sumamente débiles o directamente al no existir ningún tipo de lazos.
En las relaciones amorosas este tipo de vínculos se dan en relaciones que duran días o a lo sumo algunas semanas donde parece que todo es muy intenso pero ninguna de las partes o una de las partes no se quiere comprometer con una relación a medio o largo plazo. Viven el momento sin plantearse una proyección futura común. Por ello, los conflictos, las infidelidades y el malestar acaban estando presentes en este tipo de vínculos, pues al no existir fortalezas en la relación se agudizan las debilidades, no hay compromiso de cuidado de la relación porque no se define como relación y la opción rápida que se escoge es huir o salir de la relación ante el conflicto o un amago de malestar; justo de aquí viene su corto recorrido y el final del vínculo.
En el origen de las relaciones líquidas encontramos la necesidad de la inmediatez que se deriva de la cultura del YA. Existe un deseo, por ejemplo, de unión física o encuentro sexual y no se tolera la demora en satisfacerlo, de modo que cuando se satisface dicho deseo (lo que podría traducirse en: se utiliza a la persona para satisfacer el deseo) después se pierde el interés en ella (se deshecha) o el interés se mantiene hasta que se encuentra otro foco de interés. Así no parece que sea posible establecer una relación sólida, sino más bien lo que se establece son "conexiones" con las personas.
Una relación sólida es lo que comúnmente se tiende a conocer como relación seria (el término serio no me gusta, las relaciones tienen que ser divertidas) o como relación estable. Estas relaciones implican compromisos del tipo que sea, límites y lazos fortalecidos, mientras que en las relaciones líquidas simplemente se conecta con la otra persona en algún aspecto por un tiempo corto y limitado de tiempo sin ningún tipo de compromiso.
Las personas que se relacionan de forma líquida suelen ser personas que encadenan muchos ligues o rollos esporádicos y que nunca se comprometen en una relación, parece que huyen del compromiso, experimentando cantidad pero no calidad en las relaciones.
En la base de este "amor líquido" puede estar presente, como ya se ha señalado, el miedo al compromiso y a generar vínculos estables con otras personas. De hecho, cuando están en una relación líquida y la otra persona quiere solidificarla o ellos mismos se ven con el deseo de hacerlo tienden a salir por patas. Además de miedo al compromiso pueden existir otros problemas de autoestima, inseguridades, apego evitativo, dificultades en la gestión emocional y falta de habilidades sociales, entre otros.
Buscar dentro de uno mismo qué necesita en cuanto a relaciones amorosas y cómo se ve de capaz o de válido en cuanto a habilidades para establecer el tipo de relación que desea y asumir que en las relaciones no es todo color de rosa son dos buenas formas de empezar a tomar consciencia de por qué se buscan relaciones líquidas y qué le aportan verdaderamente.
¿Te has identificado con este tipo de relacionarse y te gustaría cambiarlo? Escríbenos, somos especialistas en relaciones.
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