Nuestro organismo se rige por los llamados ritmos biológicos, consistiendo en una especie de cambios que ocurren en nuestro cuerpo a nivel fisiológico (por ejemplo, la síntesis de ciertas hormonas) afectándonos a nivel físico y mental y a la manera en que nos comportamos; los cuales funcionan de forma cíclica, repitiéndose cada cierto tiempo.
Podemos destacar tres tipos de ritmos biológicos:
- Ritmos circadianos, siendo cambios que se dan en ciclos de aproximadamente 24 horas.
- Ritmos ultradianos, siendo cambios que se dan en ciclos de menos de 24 horas.
- Ritmos infradianos, siendo cambios que se dan en ciclos de más de 24 horas.
En este artículo nos centraremos en los ritmos circadianos que, como hemos dicho, son cambios que se dan en nuestro organismo de forma cíclica cada 24 horas.
Aunque hay genes que intervienen en este proceso, denominándose sincronizadores internos, los factores ambientales también tienen mucho peso como, por ejemplo, la luz a la que nos vemos expuestos, siendo estos los sincronizadores externos. Ambos tipos de sincronizadores son muy importantes para que nuestros ritmos circadianos estén bien sincronizados y funcionen de forma óptima.
Uno de los ritmos circadianos más conocidos es el que rige el sueño, dependiendo mucho de los niveles de luz y oscuridad a los que nos vemos expuestos, influyendo en la síntesis de una hormona llamada melatonina. En concreto, cuando se oscurece nuestro cerebro manda una señal para que se sintetice más melatonina y nos dé sueño, mientras que cuando hay luz disminuyen esos niveles de melatonina en nuestro cuerpo y nos despertamos, entrando en la fase de vigilia.
Es muy importante cuidar nuestro ritmo circadiano de sueño, siendo un proceso esencial en nuestro organismo que afecta a nuestra salud, tanto física como mental, ya que mientras dormimos, nuestro cuerpo elimina las toxinas acumuladas durante la vigilia, regenera nuestros sistemas, como por ejemplo el inmunológico, para que funcionen adecuadamente, y en general, afecta en nuestro día a día al influir en nuestra energía, estado de ánimo y rendimiento. Por tanto, es muy importante que tratemos de mantener sincronizado nuestro ritmo circadiano de sueño mediante nuestro ambiente, por ejemplo, no utilizando dispositivos electrónicos horas antes de dormir, al afectar a ese factor de luminosidad-oscuridad mediante la luz artificial que desprenden.
Nos podemos encontrar diferentes tipos de alteraciones de este ritmo circadiano, uno de ellos es el conocido jet lag, donde se produce una desincronización de nuestro ritmo circadiano al haber un cambio en el ciclo de luminosidad y oscuridad del que estábamos acostumbrados, afectando, por tanto, a nuestro organismo.
Otro ejemplo es la alteración que se da debido a turnos de trabajo irregulares, es decir, trabajando de día o de noche de forma variable. En esta situación es muy difícil presentar un ritmo circadiano de sueño sincronizado, ya que esto toma su tiempo y muchas veces cuando se consigue sincronizar es cuando hay un cambio de turno y hay que volver a sincronizarlo.
Por último, también destacamos el síndrome de fase de sueño retrasada, estando muy presente en los adolescentes, consistiendo en que, aunque haya oscuridad hay dificultad para conciliar el sueño.
Estas alteraciones, al afectar a nuestro patrón de sueño, se han visto relacionadas con presentar mayor cansancio, menor capacidad de concentración, estados de ánimo más bajos, e incluso relacionándose con la presencia de problemas en la salud mental como la depresión, o problemas en la salud física como problemas gastrointestinales.
En base a todo esto, podemos ver la importancia de nuestros ritmos circadianos, y en general de nuestros ritmos biológicos, siendo esencial cuidarlos para que nuestro cuerpo funcione lo mejor posible, favoreciendo así tanto nuestra salud física, como nuestra salud mental.
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Este artículo ha sido redactado por Martyna Sandra Jezierska,
alumna en prácticas del Grado de Psicología de la UCM
en el Centro de Psicología Sonia García
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