Hace varios días hablaba en mis redes sociales sobre las parejas fusionadas o, como suelo denominarlas, el pack indivisible.
La pareja fusionada es ese tipo de relación sentimental en la que no se sabe dónde empieza una persona y dónde termina la otra. Están plenamente fusionados, son un pack que depende el uno del otro. Lo que hace un miembro lo hace el otro. Lo que piensa uno lo piensa el otro. A donde va uno va el otro. Y así infinitamente.
Comportamientos característicos de este tipo de relaciones son:
Todo lo hace en conjunto.
No disfrutan de una individualidad propia.
Dicen no necesitar de amistades porque con la pareja es suficiente.
El término “yo” se sustituye por un “nosotros”.
No toman decisiones personales sin contar con la aprobación del otro.
Para ellas estar el mayor tiempo posible con su pareja físicamente o conectados virtualmente es una necesidad vital.
Son parejas cuyas formas de interaccionar son muy cerradas, inflexibles e inaccesibles desde el exterior. Es un tipo de relación enfermiza. Son el uno para el otro y el otro para el uno. Sus energías se canalizan en la pareja siempre. Es algo recíproco. Uno depende del otro y el otro depende el uno. Pack. Indivisible. Cualquier imprevisto que ponga en peligro la necesidad de fusión genera una sensación de malestar tan potente que desestabiliza a la pareja porque no están acostumbrados a lidiar con el conflicto al estar siempre tan de acuerdo y tan fusionados.
Sin duda se trata de un tipo de relación de pareja donde sus dinámicas son muy tóxicas y atentan directamente a la identidad de cada uno de sus miembros. Son dependientes entre sí. Su individualidad se anula para crear una dualidad que se asumen como idílica pero la realidad no es tal. Pierden su autonomía y libertad como personas dentro de la relación para ser presos de ese vínculo, aunque lo asumen como algo muy romántico bajo el mito de la fusión: “somos uno y nos necesitamos para completarnos”. Cuando hay necesidad, ¡cuidado! Y si te sientes incompleto, ¡cuidado! Aprende a ser autosuficiente y trabaja tu autoestima para solo necesitarte de verdad a ti mismo y completarte tú sin necesidad de complementos (llámese pareja en este caso).
Realizadas estas aclaraciones sobre las relaciones de pareja fusionadas, me cuestionaba cómo estarán llevando el confinamiento este tipo de parejas tanto las que comparten convivencia como las que no. Para hacerlo más sencillo vamos a verlo por partes.
El confinamiento en parejas fusionadas que conviven:
¡Oh! Parece la situación soñada, ¿verdad? Todo el día pegados y bajo el mismo techo. Pueden estar encantados de la vida porque tiene todo el tiempo del mundo para disfrutarse, supuestamente. Digo supuestamente porque el confinamiento en mayor o menor grado está afectando a todo el mundo y las parejas fusionadas no son inmunes a esto, de modo que tal vez uno de los miembros de la pareja esté preocupado, estresado con el trabajo o lo que sea y no esté para pensar demasiado en la pareja. En este entorno hostil ahí está su pareja angustiada cuestionándose que la relación no va bien porque ya no es como antes, “¡encima que ahora tenemos más tiempo!”. Pues no. Esto es como lo de ordenar armarios. Igual hay tiempo pero no hay ánimos ni ganas y no pasa nada. Si hablan de este tema y empatizan, ¡genial!, problema resuelto, pero si no el drama está servido. Hablo de drama en su amplio sentido de la palabra por el sufrimiento y el nivel de conflicto que puede acarrear. Las parejas fusionadas no suelen saber solucionar problemas porque como siempre están de acuerdo/ceden nunca hay problemas, por lo que enfrentarse a un conflicto es algo novedoso para ellos y hacerlo en una situación inaudita como lo es el confinamiento añade un plus de complejidad. De hecho, es posible que en esta situación la parte de la pareja que se sienta abandonada tire del chantaje emocional como forma de manipular a su pareja para conseguir lo que busca: que la fusión continúe.
Pueden darse otras opciones, claro está. Habrá parejas confinadas fusionadas que sí estén encantadas y sigan con sus dinámicas de siempre sin que el encierro suponga una novedad, pues ya están acostumbrados a estar fusionados temporalmente de antes.
Habrá otras parejas dependientes confinadas donde uno de sus miembros sea un caso positivo o sospechoso de COVID-19 y esté en aislamiento dentro de casa. El sufrimiento emocional puede ser terrible por la necesidad de estar con el otro y no poder aún viviendo en la misma casa. Los días se harán eternos. Las horas parecerán días y los días parecerán semanas. Los casos de depresión y trastornos de ansiedad en esta situación pueden aumentar considerablemente.
Habrá otras parejas fusionadas a las que el confinamiento les haya dado la oportunidad de des-idealizar a la pareja, bajar los pies a la tierra y replantearse cosas de su vida, entre ellas su relación. Según cómo lo gestionen continuarán o no con su vida en pareja fusionada, romperán o incluso pueden adoptar roles de dominación-sumisión o dependencia unilateral si la otra persona sigue siendo dependiente.
Habrá otras personas que, aunque están en parejas fusionadas, antes salían a trabajar fuera de casa y ahora ese tiempo lo pasan bajo el mismo techo. Pueden estar deseando que acabe el confinamiento y la relación al percatarse de la asfixia que supone convivir veinticuatro horas día tras día en una relación así donde probablemente no se tiene individualidad ni en el baño.
Sí, habrá más opciones pero las que acabo de relatar son las que me estoy encontrando en consulta a lo largo de estas semanas.
El confinamiento en parejas fusionadas que no conviven:
Esto sí que puede ser angustiante, ¿verdad? Personas que se necesitan ansiosamente pero no pueden tocarse ni olerse y tienen que conformarse en el mejor de los casos con verse a través de una pantalla. Al principio del confinamiento la cosa era clara: pegados al móvil las veinticuatro horas del día videollamada por aquí, videollamada por allá para sobrellevarlo. Poco a poco el confinamiento pesa un poco más, los días van pasando y además tenemos que mantener nuestras rutinas (como el trabajo, quien puede) que pueden ser incompatibles con el uso constante del teléfono. Aquí empiezan los problemas sumados a la angustia o ansiedad de no estar con la pareja. Más las propias emociones y preocupaciones asociadas a la situación de pandemia y confinamiento. Súmale también el sentimiento de soledad porque, al estar en una relación fusionada, prácticamente no tienen amistades y pueden proyectar estas frustraciones en la pareja cuando no esta no está disponible.
También puede ser que el confinamiento les permita encontrar un nuevo mundo donde su pareja no es imprescindible, llegándose a plantear si están por gusto, por dependencia, por necesidad, por costumbre o por qué. Esto, obviamente, puede acarrear conflictos (además de internos) que, como en el caso anterior, al no tener experiencia en resolver problemas pueden convertirse en un auténtico problemón que puede poner en riesgo el curso de la relación.
Otras parejas fusionadas durante el confinamiento sin convivencia han encontrado su independencia ambas partes, les gusta este nuevo mundo, lo exponen y se replantean la trayectoria posterior de la relación trabajando en una relación sana.
Se darán otras opciones pero estas son las que también he encontrado en mi consulta con más frecuencia.
Sea como sea, con confinamiento o sin él, las relaciones fusionadas no son relaciones de pareja sanas. Las dinámicas son tóxicas y asfixian la identidad de cada miembro, anulan a la persona y se alejan mucho de lo que es una relación de pareja sana donde el respeto y la libertad tienen que ser la base fundamental del vínculo. En una relación de dependencia (recíproca o no) no existe ni respeto ni libertad.
La pareja tiene que sumar. Si te resta mejor replantéate las cosas y que el miedo no te gane terreno y te lleve a resignarte a vivir una vida que no quieres. Pide ayuda profesional si lo necesitas.