En mi anterior post os hablé de la ansiedad en pareja, de sus raíces en nuestra historia de vida y de cómo se relaciona con el "no sentirnos suficientes". Así, hablamos de los celos y el control, como una forma de dirigir este impulso hacia fuera, y de la sumisión, como una manera de hacerlo en sentido contrario, hacia dentro.
Otra vertiente que se desprendería de este sentimiento de insuficiencia aparece ante conductas que buscan que el otro nos confirme constantemente su amor, es decir, que nos lo esté validando todo el tiempo. Y esto puede manifestarse en comentarios como: "se te ha olvidado que hoy hacemos una semana juntos", "¿por qué no me comentas las fotos?" o "nunca me das like a mis publicaciones", entre otros. De esta forma, estamos depositando nuestro bienestar en las manos de nuestra pareja, revelando nuestra propia necesidad de que la otra persona esté manteniendo nuestra autoestima a flote validándonos todo el tiempo porque en cuanto no ocurre, se hunde, y eso hace que mis niveles de ansiedad se disparen, activando mi sentimiento de insuficiencia. Y, si bien es cierto que no es exactamente igual a lo que ocurre cuando hablamos de celos y control, se trata igualmente de un funcionamiento muy agresivo, dado que estamos pensando todo el tiempo en nuestra propia necesidad, ignorando por completo a la otra parte.
Pero, ¿por qué sucede todo esto? Pues bien, esto es debido a que nuestra pareja nos ha hecho sentir valiosos en diferentes momentos a través de distintos comentarios, comportamientos o actitudes y, en consecuencia, queremos más de eso. Hasta aquí no tendría por qué suponer ningún inconveniente. El problema aparece cuando, al no poder alcanzar ese bienestar por nosotros/as mismos/as, necesitamos constantemente que sea el otro el que se encargue de ello y nos haga sentirnos bien. Es decir, estoy pidiendo al otro que cubra mis inseguridades como consecuencia de mi incapacidad para manejarlas. Aquí, pueden aparecer pensamientos como: "quiero que después de hablar conmigo no se vuelva a conectar", "no quiero que nadie le dé like" o "quiero me mande muchos mensajes a lo largo del día y se acuerde de mí". Esto es muy importante porque en esos momentos pienso que de esta forma dejaré de tener ansiedad, ya que eso es lo que ha ocurrido cuando la otra persona ha estado anteriormente para mí, por ejemplo, cuando hemos pasado mucho tiempo juntos/as y no ha mirado el móvil, o cuando se ha despedido de mí por whatsapp antes de irse a dormir y finalmente no se ha vuelto a conectar. Todo esto nos reporta una falsa sensación de tranquilidad que queremos experimentar todo el tiempo. Y cuando esto no sucede y los niveles de ansiedad comienzan a elevarse, es el momento en el que le pedimos al otro, ya sea a través del control o de la búsqueda de una validación constante, que vuelva a hacer esas cosas que nos hacen sentir más tranquilos/as y rebajan nuestros niveles de ansiedad.
Llegados a este punto os preguntaréis, ¿qué puedo hacer para sentirme mejor? ¿Tengo que controlarme a mí mismo? No exactamente. Más bien se trata de centrarnos en un mejor manejo personal: como no podemos agredir al otro ni agredirnos a nosotros mismos, el control no lo queremos ni para una parte, ni para la otra. Por ello, una buena recomendación para cuando nos asalten dudas como, "¿por qué no me está diciendo que me quiere?", es que nos preguntemos en ese momento qué necesitamos y prestemos atención a cómo nos estamos sintiendo. Lo que notamos ¿es ansiedad?, ¿es un vacío gigante en el pecho? Prestar atención a esa sensación, identificarla y ponerle nombre es fundamental para poder hacer más adelante una mejor gestión de lo que sentimos, y evitar actuar conforme a nuestros miedos.
No obstante, existen relaciones de pareja que "funcionan" con estas dinámicas, pero no de forma saludable. En ellas, es frecuente la sensación de estancamiento, ya que se trata de una relación enganchada por sus vacíos, y eso imposibilita su crecimiento.
En conclusión, aquí hemos hablado de control, de agresión y de dependencia, factores que no son nada saludables para una relación de pareja (ni para uno mismo), y que nada tienen que ver con el amor. Por eso, no podemos confundirlos. Recordemos que en el amor de pareja existe un respeto mutuo entre las dos partes que se valoran y promueven el bienestar y el equilibrio de sí mismos y de su propia relación. No podemos olvidar qué nos ha hecho elegir a nuestra pareja y confiar en que esa persona quiere estar con nosotros/as. Y si en algún momento decide dejar de estarlo, comprender y aceptar que está en su derecho de hacerlo cuando considere, porque el amor es elegir y no estar con alguien por miedo o necesidad.
Esther Sánchez
Psicóloga Sanitaria colaboradora en
el Despacho de Psicología Sonia García
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