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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s
Foto del escritorSonia García Barbera

El síndrome del teléfono escacharrado


Este nombre me lo acabo de inventar porque como últimamente a todo se le llama síndrome, pues este me lo invento yo. Que si el de la cabaña, que si de la cara tapada... pues aquí vengo yo con el síndrome del teléfono escacharrado. Que si lo preferís lo llamamos smartphone escacharrado, para actualizarnos en lenguaje moderno con algo que es más antiguo que el sol.


¿Os acordáis de este juego infantil? Un grupo de amigos se ponen en fila y tienen que ir susurrando con interferencias al oído el mensaje que le ha transmitido el compañero con la intención de que llegue el mensaje original a la última persona. No vamos a negar que es gracioso y nos echamos buenas risas.


Pues más allá de un juego en la infancia esto cuando se da sin ninguna intención de jugar puede suponer un problema en la comunicación de las personas con consecuencias, a veces, catastróficas. Vamos, que ya no es tan gracioso.


Variables directas que participan en el síndrome del teléfono escacharrado:

  1. Lo que te digo verbal y no verbalmente.

  2. Lo que escuchas verbal y no verbalmente de lo que digo.

  3. Lo que interpretas verbal y no verbalmente de lo que te he dicho.

  4. Lo que reproduces o cuentas a otra persona de lo que has interpretado de lo que te he dicho.

  5. Y vuelta al paso 1 y sucesivos indefinidamente según van uniéndose personas. O puede darse también entre solo dos personas que entran en este bucle constantemente.

Variables indirectas que influyen en el síndrome del teléfono escacharrado:

  • Mi forma de ver y entender el mundo.

  • Mis pensamientos.

  • Mis expectativas.

  • Mis experiencias.

  • Mi memoria y mis recuerdos.

  • Mis características de personalidad.

  • Mi estado de ánimo.

  • Otros condicionantes o factores como el clima, el contexto, el entorno social, el ambiente, las necesidades fisiológicas, el estado de salud, la ingesta de medicamentos, el consumo de sustancias.

  • Mi ombligo.


Consecuencias de sufrir del síndrome del teléfono escacharrado:

  • Malentendidos que llevan a la segunda consecuencia (y a todas, en realidad).

  • Problemas interpersonales y rupturas (familia, amigos, pareja, vecinos, cualquier ámbito donde personas se relacionen).

  • Falta de comunicación y/o discusiones improductivas.

  • Distorsiones cognitivas. Se tergiversan las cosas y los pensamientos. Se saca la bola de cristal para interpretar, adivinar o anticipar lo que el otro te dice/piensa/siente.

  • Que aparezca la figura del mediador y que esta figura acabe escaldada porque su visión está nublada por distintos ombligos, incluido el suyo propio.

  • Actitud pasivo-agresiva y de castigo: me molesta lo que has dicho/hecho o la interpretación de ello pero no te lo digo ni te pregunto, sino que sigo la ley del hielo (te hago el vacío y te ignoro, no te hablo) o entro en la cultura del zasca (lanzo indirectas verbales o gestos, pongo mensajes sutiles o puñales con todas las letras en redes sociales -por eso está bien traído lo de acuñar smartphone escacharrado-).

  • Manipulación: intento traerte a mi terreno porque quiero que veas el mundo como yo lo veo.

  • Culpa, baja autoestima, autocuestionamiento: ¿será que no me sé explicar? ¿Me estaré volviendo loc@? ¿Seré tont@ que no entero?

  • Actitud sumisa: por evitar discutir cedo siempre aunque me sienta anímicamente mal.

  • Ansiedad.

  • Depresión.

  • Miedo.

  • Invalidación personal y/o emocional.

  • Huída o evitación como técnica (ineficaz) de afrontamiento.

  • Sufrimiento. En todas las consecuencias, mínimo, una persona sufre.


¿Todos tenemos un ombligo, verdad? Pues todos podemos caer en el síndrome del teléfono escacharrado. O eso dice mi experiencia en clínica y, por qué no decirlo, también personal.


Soy realista. No vamos a erradicar todos los malentendidos del mundo pero sí podemos aprender a gestionarlos de forma eficaz. Soy optimista.


Cuando tu smartphone da fallos, se queda bloqueado, funciona lento, no carga, no te entran las notificaciones, te saltan las alarmas y dices: algo pasa aquí. Y tratas se buscarle solución. Pues vamos a ver si podemos hacer lo mismo con este teléfono metafórico.



¿Cómo combatir el síndrome del teléfono escacharrado?


La vacuna más potente es la ESCUCHA ACTIVA. (Oh, no, no he dicho empatía) Y lo mejor es que es un recurso completamente gratuito a disposición del consumidor que tenga interés en hacer uso de ella.


Tal y como cuento en mi libro "Hábitos para sentirte bien" , "la persona que escucha activamente se concentra en lo que le están diciendo, esforzándose en seguir la conversación y el mensaje o información que le estarán trasmitiendo y lo hace no solamente en sentido directo literal del mensaje, sino también captando lo que la otra persona puede estar expresando a nivel emocional, de sentimientos e inquietudes. Además le expresa al interlocutor que está entendiendo su mensaje y lo expresa tanto de forma verbal como no verbal, pues en la escucha activa hay dos elementos que actúan como facilitadores: estar predispuesta mentalmente al proceso de escucha y expresar a la otra persona que la estamos escuchando. La apertura mental y devolver feedback son elementos imprescindibles para una correcta escucha activa".


Si no sabéis cómo ponerlo en práctica, en el capítulo cinco encontraréis ocho recomendaciones para aprender a escuchar activamente así como ejercicios concretos para hacer un entrenamiento. Podéis comprarlo en cualquier plataforma y librería. Si lo quieres dedicado contacta conmigo directamente en sgarciab@cop.es.


La escucha activa lleva implícito el respeto, la comunicación asertiva y el cuidado de la relación interpersonal y de la persona. Empatía también, por supuesto. Sin juicios.


La escucha activa es arte.


Respetemos la diversidad de ombligos, entendamos que cada uno tiene el suyo y se sesga por ello (no podemos ser objetivos al 100%), pero no tratemos de imponer nuestro ombligo a nadie.


Para finalizar os invito a reflexionar sobre vuestro ombligo, no vayamos a acabar con el síndrome del ombligo también y sobre qué tal vais en escucha activa.


Si no sabes cómo hacerlo, pide una cita en nuestro despacho y pasamos la ITV (o ITO para ser más precisa) a ese ombligo, que seguro que tiene mucho que contarte(nos). Le escucharemos activamente, sin juicios, con respeto.

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