Confiar en uno mismo o una misma es señal de autoestima nos dicen, y ciertamente no le falta razón a esta afirmación.
La autoconfianza personal se define como la convicción interna de que una misma o uno mismo tiene las habilidades, capacidades, recursos y herramientas necesarias para afrontar los desafíos y retos del día a día. Una persona con confianza en sí misma cree en ella, considera que puede valerse por sí misma para desenvolverse en las diferentes situaciones cotidianas.
La falta de autoconfianza personal genera una serie de consecuencias negativas para la persona. Dichas consecuencias van a influir negativamente no solo en la citada autoestima, sino a nivel general en el bienestar emocional y psicológico de la persona.
Las consecuencias más frecuentes de la falta de autoconfianza personal son las que siguen a continuación:
Tendencia a la comparación con otras personas. Cuando no se tiene autoconfianza, se conecta con un terrible sentimiento de inferioridad, infravalorando las características positivas propias y magnificando las ajenas. La persona con baja confianza en sí misma, al no confiar en sus propias capacidades, cree que el resto de persona siempre lo van a hacer mejor que ella, comparándose y reforzando el sentimiento de inferioridad.
Se produce un estado de hipervigilancia como respuesta de protección psicológica ante la posibilidad de que aparezca cualquier situación amenazante. Ese estado de alerta continuo da una falsa sensación de control, pues la persona cree que si está alerta, se reduce al máximo la temida incertidumbre y, con ello, trata de reducir al mínimo la exposición al peligro evitándola, aunque esto realmente se trate de una trampa y de una respuesta defensiva y protectora del sistema nervioso.
Aparece un bloqueo en la toma de decisiones. La falta de confianza personal se extrapola a falta de confianza en el criterio y las decisiones propias, anticipando que se van a cometer errores. Este pensamiento anticipa torio activa la respuesta de ansiedad, generando bloqueo mental y, como resultado de ello, finalmente no se toman decisiones. Además, el miedo al fracaso es tan grande que genera mayor ansiedad añadida. El miedo al fracaso con respecto a las decisiones tiene una explicación sencilla: además del miedo a cometer errores, el hecho de tomar una decisión que resulte errónea va a confirmar la falta de habilidades para tomar decisiones eficaces, aumentando el malestar y disminuyendo, aún más, la autoconfianza personal.
Se producen dificultades en las relaciones interpersonales porque se tiende a la necesidad de validación y aprobación externa, vinculándose desde la ansiedad y el agobio en lugar desde la seguridad y la calma. La persona se vincula desde el sentimiento de inferioridad y asume que tiene que ganarse el cariño y la aceptación del resto no por quien es, sino por lo que hace por ellos. Así, la complacencia se convierte en la conducta herramienta estrella, pasando por encima de sus propios valores e intereses por el miedo a no ser aceptada, a ser rechazada o a sentirse sola. Este tipo de dinámicas generan un alto grado de sufrimiento.
Se ven afectadas otras áreas de la vida de la persona de forma negativa. Por ejemplo, puede repercutir en su vida laboral, apareciendo el síndrome de la impostora o, simplemente, pensando que todo lo hace mal, que no sirve para su puesto, que la van a despedir (sin motivo real justificado). También puede afectar negativamente en el área académica asumiendo que no va a ser capaz, por ejemplo, de aprobar los exámenes, de forma que ante cada examen aumenta la ansiedad, llegando a generar el estado de mente en blanco y que a pesar de la preparación de dicho examen, la ejecución sea pobre o nula debido a la activación de la respuesta de ansiedad. Otras áreas que pueden verse afectadas serían el ocio y el tiempo libre, los intereses, la sexualidad y el ámbito de la pareja, por mencionar algunas más.
Si consideras que necesitas ayuda profesional para trabajar en tu autoconfianza y tu autoestima, ponte en contacto con el Centro de Psicología Sonia García.