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El Blog de Sonia García

Psicología y Sexología para tod@s
Foto del escritorSonia García Barbera

Hablamos de empatía: cómo gestionarla y sus características



La empatía es una habilidad social que se define como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de comprender su postura, sus opiniones y sus emociones y conectar con ellas sin juzgar.

La persona empática es una persona sensible que presta atención a la otra persona, aunque muchas veces no lo haga de forma consciente. También la empatía supone aceptar y reconocer que los demás pueden pensar y sentir de forma parecida a la nuestra, pero que también pueden pensar y sentir de modo diferente o incluso contrario.

La empatía nos sirve para conectar con los demás, para darles su lugar, comprender sus sentimientos, emociones y pensamientos y poder dar una respuesta apropiada en cada situación. Por ejemplo, nos permite conectar con el dolor de una persona que acaba de sufrir una pérdida y ofrecerle nuestro apoyo, o conectar con una persona que acaba de recibir una buena noticia y celebrarlo juntos. En el primer ejemplo hablamos también de compasión, para poder sentir compasión hacia alguien la empatía es un requisito indispensable.

Cuidado con confundir la empatía con el reconocimiento de emociones, es decir, la persona empática conecta con las emociones del otro, las comprende y las acepta sin juzgarlas aunque no las comparta, en el caso del reconocimiento de emociones, se trata simplemente de reconocer o detectar en la otra persona emociones como el enfado, la tristeza, la alegría o el miedo. Por tanto, no se refieren al mismo concepto.

En el equilibrio está la virtud, y en este caso, la empatía puede facilitarnos mucho la vida, pero en sus extremos puede resultar perjudicial. En el extremo de máxima empatía (con toda la gente y de forma constante) encontramos que podemos olvidarnos hasta de conectar emocionalmente con nosotros mismos y nos hacemos más vulnerables de sufrir ansiedad, frustración, fatiga, depresión y otros síntomas relacionados con las emociones. En el otro extremo, en el de ausencia de empatía, encontramos problemas de comunicación, dificultades a nivel de socialización y problemas en sus relaciones amorosas, entre otras cosas.

Por tanto, la empatía es una capacidad que puede ayudarnos mucho, lo importante es saber gestionarla de forma eficaz.

¿Cómo gestionar la empatía?

Existen estrategias que ayudan a las personas empáticas a no verse demasiado afectadas por su sensibilidad, y que por tanto les ayudan a gestionar su empatía. Entre ellas, las más importantes son:

- Establecer límites con las personas que necesitan ayuda. Es decir, no implicarse más de lo que uno puede, y ser conscientes de que si queremos ayudar a otros, primero nosotros tenemos que estar bien, y si estamos psicológicamente agotados, no contamos con todo nuestro potencial para poder ofrecer nuestra ayuda.

- Practicar meditación y técnicas de relajación. Encontrar momentos para buscar la calma y restablecer en nuestro organismo y en nuestra mente un estado de relajación óptimo para nuestra vida y nuestro bienestar.

¿Soy una persona empática? Características de una persona empática:

La persona empática:

- Sabe escuchar y comprender los sentimientos de la otra persona centrado su atención en ella, sin juzgarlos.

- Practica la escucha activa, sabe escuchar y se lo hace llegar a la otra persona.

- No bosteza ni muestra indiferencia o aburrimiento ante lo que la otra persona le está contando.

- Utiliza el lenguaje no verbal en la comunicación: una sonrisa, un abrazo, una caricia, un guiño, una palmada en la espalda… y sabe interpretar el lenguaje no verbal del otro.

- No hace comentarios que sabe que va a dañar a la otra persona.

- Ofrece su ayuda a la otra persona y no espera nada a cambio.

¿Puedo aprender a ser una persona empática?

Por supuesto que , se puede practicar la empatía y con entrenamiento conseguir ser una persona más empática. Para ello, la persona se tendrá que esforzar en observar más al otro en sus interacciones, darse cuenta no sólo de lo que dice sino también de su lenguaje no verbal, de sus gestos, su tono de voz, las palabras que utiliza, si tiembla, si tiene los ojos llorosos,..

También practicar la escucha activa, prestar atención al contenido de lo que dice y no sólo a las palabras que utiliza para decirlo, y hacerle ver que se está prestando atención a lo que cuenta y que además nos está interesando. Y por supuesto, esforzarse en dar las respuestas adecuadas, sin juzgar a la otra persona, sin juzgar sus comentarios ni sus sentimientos aunque no los comparta. Por ejemplo, si la otra persona le cuenta llorando que su mascota ha fallecido, no podrá contestarle con una sonrisa “Bueno, ahora nos vamos de copas y se te olvida” porque desde luego no es la respuesta más apropiada ni congruente en esa situación ni demuestras conectar con su dolor.

Por tanto, la empatía es una habilidad social que puede entrenarse y aprenderse. Cuando la persona no sabe bien cómo manejar este tema, siempre puede buscar ayuda profesional para que le oriente y le de las pautas necesarias para conseguir sus objetivos.

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