Por lo general, los padres sueñan con que sus hijos saquen buenas notas para que en el futuro sean adultos exitosos, pero olvidan que un buen rendimiento académico no predice inevitablemente éxito en la vida adulta, pues en ese éxito influyen otras muchas aptitudes y capacidades, como pueden ser las habilidades sociales, la capacidad de gestionar conflictos, etc.
(Nota: de aquí en adelante utilizaré el término "hijo" para referirme tanto a hijos como a hijas por una cuestión de facilitar la lectura del texto).
Dicho esto, volvamos al sueño de los padres. ¿Cuántos no presumen de las excelentes notas que saca su hijo en los exámenes y en las evaluaciones?... y lo orgullosos que están de él o ella por sus buenas calificaciones... Pero, es posible que llegue un día en que, de pronto, ese hijo de excelentes notas llegue con un suspenso a casa. "¡Qué horror!", "¿Cómo es posible?", "¡Hemos suspendido!", llegan incluso a decir.
¿Cómo actuar ante el primer suspenso de un hijo?
Lo primero de todo es considerar que la valía de un hijo no depende exclusivamente de las calificaciones que obtiene en el colegio. Es un error pensar que "mi hijo es mejor" o "peor" en función de las notas que saca en el colegio. Evidentemente, las calificaciones son algo muy importante porque entendemos que en ellas queda reflejado el esfuerzo, la dedicación y el aprendizaje del niño, pero, igual que los padres presumen de los orgullosos que están de su niño/a por las buenas notas que saca, también deberían presumir de la capacidad que tiene su hijo de hacer amigos, lo empático y lo asertivo que es, lo solidario y buen compañero que es, etc. Es decir, deben ampliar el campo de visión y no quedarse con lo puramente académico, aunque esto sea importante.
Cuando llega ese primer (e indeseado, por supuesto) suspenso, lo importante es no considerarlo como un hecho trágico para la familia, como un monotema familiar durante días. Esta actitud es poco funcional y no ayuda ni al niño ni a la familia. Una actitud más práctica consiste en hablar con el niño sobre cuál ha podido ser el motivo de ese suspenso: no ha estudiado lo suficiente, no entiende ese tema, no le gusta la asignatura, no se entiende con el/la profesor/a, ha discutido con los compañeros, se encontraba mal físicamente o incluso se ha enamorado. Es mejor intentar encontrar la causa del suspenso en lugar de que la familia se alborote y se generen conflictos. También, el hecho de culpar al niño, castigarle, sermonearle, no lleva a otra cosa que a la confusión del propio niño y no soluciona el problema.
Ese suspenso es un hecho objetivo que ya no puede modificarse, es por ello que será importante tomarse ese suspenso como un aprendizaje, tanto para el niño como para los padres. Es decir, si por ejemplo la causa del suspenso ha sido que no había preparado lo suficiente el examen, el niño aprenderá que debe prepararse mejor y estudiar más de cara al siguiente examen, y los padres estarán más pendientes de cómo lleva el niño la preparación y qué dificultades está encontrando.
Por ello, es más útil sacar provecho de ese primer suspenso que culpar al niño ("No te has esforzado lo suficiente", "Mira cuántas horas trabajo para que no te falte nada y tú encima traes esa nota", "Fulanito ha sacado mejor nota que tu") o descalificarle de forma absoluta, pues esto solo lleva a que el niño disminuya su autoestima y que aparezca en él una visión negativa de sí mismo, y esto además se suma a la propia frustración que siente el niño por el suspenso, que puede derivar incluso en sensaciones de ansiedad por parte del niño. Los padres deben enseñar al niño a gestionar esa frustración, enseñarle a distinguir entre un suspenso en una materia escolar y el resto de aptitudes importantes que posee y que no van a cambiar por suspender un examen, y que sus padres no van a quererle menos por traer un suspenso, y que además, juntos se esforzarán para que esta situación no se vuelva a repetir.
Otra cosa sería que un niño que sacaba buenas notas siempre, de pronto empiece a suspender todo. Aquí nos encontramos ante un problema más importante que quizás necesite ayuda profesional si los padres no son capaces de dar con la causa y resolver el problema. Pero cuando se trata de un primer suspenso, recuerda: valorar a un hijo solamente por las calificaciones académicas es un error. ¡Aprovechad el primer suspenso de vuestro hijo para obtener un sobresaliente como padres!.