Muchas veces escuchamos comentarios del tipo "llorar es de niñas", "no se llora", "los hombres no lloran", "llorar es de débiles", "llorar es de cobardes", "los niños valientes no lloran". Se ve cómo se le otorga un significado negativo al hecho de llorar en los hombres.
Pensemos... ¿Cuántas veces has visto llorar a tu madre? ¿Y a tu padre? Probablemente has visto o escuchado llorar muchas veces a tu madre, pero a tu padre muy pocas o tal vez ninguna. Esto ocurre porque socialmente está bien visto que una niña o mujer llore, pero no ocurre lo mismo con los niños y los hombres. Aprendemos, fundamentalmente por observación, e interiorizamos que llorar "es cosa de chicas".
Llorar es la forma que tenemos de expresar distintas emociones o sentimientos como la tristeza, la rabia, el miedo, el dolor, e incluso la felicidad. También llorar supone una descarga emocional en momentos de estrés y tensión. Recordemos que durante los primeros meses de vida el llanto es la forma que tenemos de comunicarnos con el mundo que nos rodea, desde para pedir alimento hasta para reclamar atención porque nos sentimos solos.
En la vida adulta en general, suele relacionarse más con sentimientos de tristeza, y reprimir su manifestación significa rechazar esa emoción, siendo la tristeza una emoción tan válida como lo es la alegría. La tristeza también tiene su funcionalidad, pues entre otras cosas, la tristeza nos permite valorar, por ejemplo, la pérdida de un ser querido.
No recuerdo haber vivido situaciones en las que un niño se esté riendo y se acerque un adulto a decirle que deje de reírse y reprima su felicidad, que se la guarde para él, sin embargo, sí recuerdo situaciones en las que un niño está llorando y se acerca un adulto diciéndole que deje de llorar, que los valientes no lloran y que eso es cosa de chicas, por tanto, le está pidiendo que reprima su emoción, que no le vean llorar.
Lo mismo ocurre con los adultos, si vemos a una mujer llorando nos parece "normal", pero si vemos a un hombre llorando nos extrañamos, "parece que está fuera de lugar". ¿Es esto lo que queremos enseñar a nuestr@s hij@s? Más saludable es enseñarles que el llanto es simplemente una forma de liberar emociones. Todos sentimos en algún momento la necesidad de llorar y podemos hacerlo, no importa si se es hombre o mujer. Después de llorar, el cerebro activa la secreción de adrenalina y noradrenalina, neurotransmisores que se segregan también ante una situación de estrés y que producen una sensación de relajación, regulando la presión sanguínea, produciendo relajación muscular gracias a su efecto sedante generalizado y restaurando los niveles hormonales a valores normales. Llorar no implica una mejoría del estado de ánimo, pero retener las lágrimas provoca una tensión tanto física como psíquica que prolonga el malestar.
Una persona inteligente emocionalmente sabe que llorar es un proceso fisiológico válido para liberar emociones, y que es tan válido en las mujeres como en los hombres, por tanto, es consciente de que los chicos también lloran, y que llorar no es sinónimo de debilidad, sino una forma de desahogo emocional que compartimos todos los seres humanos.
"Llorar no indica que eres débil. Desde el nacimiento,
siempre ha sido una señal de que estás vivo".
- Charlotte Brontë -